lunes, 28 de marzo de 2016

Una de románticos

Percy Bysshe Shelley (1792-1822) fue uno de los autores románticos más importantes de la época y que mejor representó el espíritu propio de este movimiento. Durante toda su vida manifestó un brutal rechazo ante toda injusticia social defendiendo la organización de la lucha política, el vegetarianismo, la no-violencia, el amor libre y la condena de la pena de muerte. Era un hombre cuyo comportamiento excéntrico hacía que se sumiera constantemente en su mundo interior y así poderse alejar de la sociedad. A todas estas características propias de una personalidad inestable y en definitiva, romántica, se le suma el ateísmo. Shelley, a lo largo de toda su vida, negó la existencia de Dios y se opuso al Cristianismo de una manera radical. Esta actitud de rechazo ante la religión se refleja perfectamente en su corta experiencia en la Universidad de Oxford.

En el año 1810 ingresó en esta universidad y comenzó los estudios de filosofía y ciencias morales. Aquí tuvo un cercano contacto con la corriente racionalista revolucionaria inspirada por William Godwin. Esto le incitó a él y a su amigo Thomas Jefferson Hogg a luchar en contra de la sociedad y la religión. Posteriormente, en 1811, ambos decidieron escribir un tratado llamado La necesidad del ateísmo en el que exponían sus posturas radicales en estas materias. El autor lo hizo público en la librería Munday & Slatter de Oxford y en el City Herald después de haberse topado con numerosas dificultades a la hora de imprimir ejemplares del panfleto ya que en ninguna librería de aquella sociedad religiosa y clasista se atrevían a imprimirlo. Además, envió copias a obispos anglicanos y a otras autoridades de los Colegios de Oxford. En un principio su intención era crear un debate acerca del ateísmo pero claramente también quería provocar a los religiosos y crear polémica. Un clérigo de uno de los colegios entró en la librería, tomó el panfleto y después de leerlo solicitó copias con el fin de quemarlas quedándose solo con una para, posteriormente, utilizarla como prueba y echar al escritor de la prestigiosa Universidad. Para su padre, miembro del Parlamento y cristiano, era horroroso que su hijo adoptara tal postura pero aún así hizo presión para que fuera readmitido. La autoridad de la Universidad aceptó pero Shelley tendría que cumplir antes una condición que consistía en que éste admitiera públicamente que él había escrito el panfleto firmado por “un Ateo anónimo”. El romántico se negó rotundamente y finalmente abandonó la Universidad de Oxford el 25 de marzo de 1811. A pesar de todo lo ocurrido, Shelley decidió no abandonar la lucha  y más tarde recuperó por su cuenta el texto completo para incorporarlo como nota a su poema La reina Mab (una de sus obras más importantes en la que defiende que las causas del lamentable estado del mundo son principalmente la iglesia, la monarquía, y el mercantilismo).

Como hemos podido comprobar Percy  Bysshe Shelley fue un poeta inglés cuyo objetivo era luchar contra un dios cruel y entrometido. Durante toda su vida continuó enfrentándose al Cristianismo y a todo lo relacionado con él. Y estoy segura, después de haber leído su vida y parte de su obra, que nunca se rindió ya que “ardía de impaciencia por el momento de la disolución del Cristianismo” (frase que escribió en una de sus cartas).




Shelley


1ª pág. de La necesidad del ateísmo
Fragmento de la obra comentada:

"Si es infinitamente bueno ¿por qué razón deberíamos temerle? Si es infinitamente sabio ¿por qué deberíamos tener dudas concernientes a nuestro futuro? Si es omnisciente ¿por qué advertirle de nuestras necesidades y fatigarlo con nuestras oraciones? Si está en todas partes ¿por qué erigirle templos? Si es justo ¿por qué temer que castigará a las criaturas a las cuales llenó de debilidades? Si la Gracia lo hace todo por ellos ¿qué razón habrá para recompensarlos? Si es omnipotente ¿cómo ofenderlo, cómo resistírsele? Si es razonable ¿cómo puede enfadarse con los ciegos, a quienes les ha dado la libertad de ser irrazonables? Si es inamovible ¿con qué derecho pretendemos hacerlo cambiar sus designios? Si es imposible de concebir ¿por qué habremos de ocuparnos de él? Si ha hablado ¿por qué el Universo no se ha convencido? Si el conocimiento de un Dios es el más necesario ¿por qué no es el más evidente y el más claro?"


Fragmento de La reina Mab traducido en prosa donde está presente ese odio hacia Dios:


The self-sufficing, the omnipotent,
The merciful, and the avenging God!
Who, prototype of misrule, sits
High in Heaven’s realm, upon a golden throne,
Even like an earthly king; and whose dread work,
Hell, gapes for ever for the unhappy slaves
Of fate, whom He created, in his sport,
To triumph in their torments when they fell!


“¡Ese Dios autosuficiente, magnífico, misericordioso y vengador! Prototipo de desgobierno; se sienta en el trono de oro del reino del Alto Cielo, tal como un rey terrenal; para divertirse, triunfador, cuando los desdichados esclavos del Destino creados por Él, caen a los tormentos, por la brecha siempre abierta del Infierno, su horrenda obra”.


Shakespeare en el arte

El cuadro presentado se titula Las tres brujas y su autor, Johann Heinrich Füssli (1741-1825), lo pintó en el año 1788. Está inspirado en la tercera escena del primer acto de la famosa obra de Shakespeare, Macbeth. Su estilo está a caballo entre el neoclásico y el prerromántico pero se acerca más al segundo. En muchos de los cuadros de este autor podemos señalar su carácter teatral, tanto por los temas tratados como por su forma de reflejar a los personajes en la escena representada que se aleja de las convenciones renacentistas. Podemos observar como no sigue las normas de anatomía ya que prefiere crear seres fantásticos jugando con las formas.

La obra de Shakespeare está dividida en cinco actos y comienza con el encuentro de su protagonista, Macbeth, y las brujas, que lo nombran señor de Glamis, de Caudor y futuro rey. Cumpliéndose la primera profecía el protagonista acepta su destino. Sin embargo, el ansia de poder y la ambición le dominan y hacen que se adelante al destino y mate a su rey. Consigue ser coronado pero conforme pasa la obra va perdiendo la cabeza consumido por el remordimiento y a la vez por las ganas de eliminar a todo aquel que se interponga en su camino. De esta manera, Macbeth vende su alma a las brujas y, gracias a esto, marcan el ritmo de la tragedia ya que ellas son las encargadas de establecer los núcleos narrativos de la obra con sus profecías.

En el cuadro están representadas las tres brujas de Macbeth también conocidas como las Hermanas Fatídicas. La representación de la mujer como origen de los males -como ya vimos en clases pasadas cuando analizamos las figuras de Eva y Pandora- sigue estando presente. Al observarlas podemos ver que su físico no nos permite señalar si son mujeres u hombres, es totalmente ambiguo. El cuadro es muy fiel a la escena ya que incluso los dedos de las brujas están posados sobre sus labios, como bien señala Banquo (amigo de Macbeth) en una de sus intervenciones. El pelo de la bruja situada en el plano del fondo se confunde con la barba e incluso con unos cuernos que pueden hacer referencia al diablo. Además, los rasgos faciales de las tres son confusos. Esto nos permite ampliar el carácter traicionero de la mujer. Las tres brujas están representadas en un escenario  totalmente  descontextualizado ya que el autor prefiere centrarse en los brazos extendidos en un escorzo que nos llevan hasta la mariposa negra o cabeza de muerto logrando transmitirnos esa presencia cercana de la muerte. Esta mariposa negra representa todas las muertes que se van a suceder posteriormente como consecuencia de la locura de Macbeth. Las tres brujas pueden ser una representación de Hécate, diosa de la magia y de los hechizos. Son también llamadas hermanas fatídicas. El adjetivo fatídicas hace referencia a sus capacidades para predecir el futuro ya que fato significa destino. Además, puede estar relacionado con  el término “fata”, que significa hada.

En cuanto vi el cuadro supe que ese iba a ser el que posteriormente comentaría ya que desde el primer momento me transmitió una sensación que hizo que se me pusieran los pelos de punta. Sentí la muerte y las brujas muy cercanas a mí, me sentí como Macbeth. Y creo que esa es una de las funciones del arte: hacer que florezcan sensaciones dentro de nosotros. Por eso lo elegí.

Cuadro orgininal:



Edición del original donde se ven mejor las barbas de cada bruja y la mariposa negra: